Aún hay personas que afirman categóricamente (como si al hacerlo, defendieran una postura axiomática) que con Franco se vivía mejor que ahora. Estos individuos suelen reprocharles a los nuevos “politicuchos” de la Democracia, entre nostálgicos arrebatos, que durante el franquismo había menos delincuencia, menos paro, menos drogas, menos prostitución, menos incultura... o sea, menos de todo. Por algún motivo particular han construido una idea basada en el mito del “pasado dorado”, glorificando lo que una vez fue, para ellos, el mejor régimen político que pudo existir en España y vanagloriando el actual sistema corrompido por el libertinaje.
Es curioso que esto mismo me lo expresara una mujer que tenía, por aquel entonces, dieciocho años cuando Franco murió. En ese mismo instante reprimí mis impulsos de “historiador justiciero” y me negué a vomitarle todo un discurso de planteamientos objetivos con los cuales, sin duda, esperaría convencerla de algo. Pese a que yo no viví el franquismo – cuestión que podría servir de argumento para rebatir los míos –, puedo aseverar que la dictadura de Franco fue lo que fue: una dictadura. Y ninguna dictadura (al menos que se haya demostrado históricamente) es buena para el bienestar y el progreso de la humanidad. Quien diga lo contrario que venga y me lo explique con hechos.
Por lo tanto, no quise malgastar ni una sílaba en tan arduo debate con aquella señora. ¿Por qué? Pues porque opino que cada cual con su cosmovisión siempre que, claro está, lo haga respetando a los demás. Por eso ¡gran ventaja! actualmente tenemos total libertad para decir lo que sentimos (libertad que carecían con Franco).
De todas formas, todos somos criaturas moldeadas por manos diversas. Desde que nacemos hasta que adquirimos uso de razón hay un contexto familiar, social y económico que nos influye en la manera de pensar, de ver el mundo. Y no lo digo yo, lo dijo Ortega y Gasset hace muchísimos años: "eres tú y tu circunstancia". Por eso, los que provienen de una familia acomodada sin problemas “de bolsillo”, que pudieron estudiar carrera y, encima, han oído continuamente el discurso panegirista pro franquista de sus antepasados (seguramente porque formarían parte del régimen), no me cabe la menor duda de que siempre pensaron, piensan y pensarán así (aunque hay excepciones); mientras que el “muertito” de hambre que sufrió por llevar un plato de comida a su casa, trabajando de sol a sol, que no pudo expresar su ideología asustado por las tortas del guarda Miguel y que experimentó carencias de todo tipo, éste nunca pensó ni pensará jamás como los otros… pregunten sino a los que lo vivieron.