A los estudiantes de Erasmus, aquí en el Reino Unido, les regalan un libro-guía sobre las costumbres y la cultura del país al cual se van a estudiar por unos meses, por si hubiese un choque cultural, que siempre suele pasar en estos casos. La editorial Kuperard tiene una colección de librito bajo el nombre de "culture smart!". En el libro sobre España pude leer lo siguiente, páginas 62-63, "living the moment":
Los españoles son confiados, personas abiertas, con un entusiasmo por la vida y por vivir cada momento, que llega a ser contagioso. Ellos te invitan a algún lugar porque ellos realmente quieren que tu vayas. Ellos no quieren que te vayas a casa porque todos vosotros estáis pasándolo en grande. ¿A quién le importa mañana? Ahora es lo importante. Mientras haya un buen tiempo por haber, nadie abandonará. La noche se alarga hasta la mañana, ¡y tú tomas el desayuno antes de irte a casa! Tú necesitarás aguante aquí, especialmente si están en época de festejos. La gente se quedará despierta toda la noche, bebiendo y bailando, y luego una ducha y para el trabajo. Si hay tiempo, consiguen dormir una breve siesta para prepararse para la próxima noche. En Andalucía, nunca se toman la última copa, mejor alguien sugerirá la penúltima. Esto da como resultado mucho ruido. En 1990, el 44% de las calles de Madrid tuvieron continuos ruidos por encima del radio considerado tolerable por la Organización de Salud Mundial. Las motocicletas rugían alrededor, los cláxons se tocaban todo el tiempo. En los bares las coversaciones de los clientes se escuchaban más altas que incluso los equipos de música y las televisiones de los locales. La gente española tiende a gritar. Todo el mundo quiere que su opinión sea oída y el español es una lengua de sonidos ásperos. En el libro de Victor Pritchett "The Spanish Temper" dice que el castellano está por encima de todas las lenguas que sugieren masculinidad, o en todo caso es más adecuado para la voz masculina que para la voz femenina la cual, en España, choca uno por su carencia de melodía. Si tu quieres practicar tu español, no hables en voz baja, o no podrías ser oído (...) Los españoles no parecen ser capaces de parar de hablar por mucho tiempo. Parece que todo lo que pasa por sus mentes sale por sus bocas. No hay tiempo para descansar aquí, y ellos se sienten incómodos en el silencio.
En la página 64, título "formas", continua diciendo:
Los españoles suelen ser bastante formales hasta que ellos se presentan. Después de esto, las reglas se relajan. Una vez que seas considerado como un amigo, serás tratado de una forma cálida y familiar, y las formas amables no serán necesarias ya. Como es el caso en muchos otros países, encontrarás que las formas de las generaciones más viejas son algo más formales y las distancias deben ser mantenidas. Las mujeres saludan a los hombres con dos besos, uno en cada mejilla. Los hombres se estrechan la mano y se dan un abrazo, si son amigos cercanos, dándose golpecitos en la espalda. Ellos te cogeran del brazo a menudo para enfatizar un chiste o un punto. Podrían ser considerados descorteses y rudos, porque "gracias" o "por favor", considerados por los británicos como una formalidad diaria, son innecesarios y son pensados como excesivos entre amigos cercanos y familiares (...) Los españoles son los maestros de los "piropos" para sus amigo y para los transeúntes. En los mercados los vendedores se dirigen a las mujeres con palabras como "princesas" o "reina", y en la calle los hombres no esconden sus opiniones sobre las siluetas de las mujeres. Una forma muchas veces oída es "Hola guapa". Acepta el piropo con una sonrisa y sigue el camino...