Una estatua muy polémica

Las dos imágenes polémicas. Arriba, la estatua actual. Abajo, el cartel de Auxilio Social de los años 40
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No se lo que ocurre en mi pueblo que sus representantes políticos cada vez son más ingeniosos. Se sacan debajo de la manga todo tipo de sagaces artilugios para saetear al “contrario”. O eso, o que algunos no tienen ni puñetera idea de lo que se cuece en el underground consistorial. Por lo tanto, deberían ser más consecuentes, más aplicados, con las cosas que suceden.

Hace poco surgió una noticia desalentadora a raíz de la inauguración de una estatua en la Avenida de la Pasionario, nombre éste último que, de por sí, generó en el pasado bastante “majao”. Esta vez, los argumentos estaban mejor preparados y, como yo tengo un poco de intuición felina, me parece que existe una cortina de humo en tal asunto, o sea, que tengo la certeza de que fue una estrategia magistral de la oposición bonillesca contra el equipo de gobierno actual. Presten sus pupilas y atiendan:

Hay que contar, primero, con el hecho de que prácticamente ya ha comenzado la campaña pre-electoral: la cuenta atrás por la supremacía del poder; lo que quiere decir que la lucha por romper los cercos de unión o crear nuevas treguas políticas estará en el orden del día a partir de ahora.

Dentro del plan de ordenación urbanística de la ciudad, vinculado directamente con Infraestructura (la concejalía más poderosa del gobierno), se encargó una escultura para decorar una rotonda en la Avenida de la Pasionaria. El tema es que esta concejalía está gobernada por el grupo de Salvador Marín, o sea, por Izquierda Unida, y ellos pensaron interesadamente en erigir una estatua en honor a Dolores Ibárruri, personaje histórico muy repelido por los nostálgicos pro-franquistas veleños. Si a priori el hecho de haberle puesto este nombre a esta vía fue óbice para demandas contrarias, ahora con tal propósito se abriría la caja de Pandora y, seguramente, se liaría la de San Quintín.

No obstante, la alcaldesa veleña se negó rotundamente y, hasta el día de la inauguración, la forma y temática de la obra fue un auténtico enigma para los veleños.

Cuando trajeron la estatua, la precintaron, embutiéndola en plástico negro para que nadie pudiese verla, acrecentando aún más la curiosidad y, ¿cómo no?, la morbosidad.

No obstante, una mañana el precinto apareció arrancado, y descubrimos que se trataba de la figura de una hermosa mujer alzando con sus manos a un retoño. ¡Fantástico!, aclamarían muchos, no era la señorita Dolores. Al fin, los ediles tuvieron que explicar que aquello simbolizaba la Maternidad.

A continuación, llegó el día de la inauguración y, con ello, el surgimiento de la discordia.

No se si ese mismo día o un día antes, el PP lanzó un comunicado de prensa afirmando que aquella estatua - de catorce mil euros y hecha de granito - suponía un “sarcasmo absoluto”, fruto del cinismo y la irresponsabilidad del equipo de Gobierno. ¿Y sabéis qué argumentos emplearon? Dijeron que aquella figura de piedra era una copia de un cartel emitido por el Auxilio Social durante los años cuarenta, o sea, que representaba valores franquistas basados en la mujer subyugada a la familia y al hogar. Y, para colmo, esa estatua se encuentra ubicada en una Avenida que recibe el nombre de una mujer que estuvo a favor “del aborto y del amor libre”. ¡Guau! Sin palabras.

Salvador Marín no acudió a la presentación como gesto de protesta y los dos aliados se echaron tierra encima mutuamente por mencionado “fallo técnico”. ¿Cómo es posible que con un equipo de gobierno tan izquierdista se cometa el error de erigir iconografía franquista?

La similitud entre la estatua y el cartel, entre nosotros, es nimia. Tan solo coinciden en la pose, pues ambas mujeres levantan con sus brazos a un niño, con la peculiaridad de que en la estatua el niño mira hacia la madre y en el cartel, el niño está de espaldas a ella.

Entonces, me hice varias preguntas. Me pregunté cómo era posible que Bonilla empleara tales argumentos, cuando el cartel supone un documento histórico para especialistas y coleccionistas. Me cuestioné si un político podía llegar a tal grado de conocimiento con todas las obligaciones que tiene que soportar en su mal llamado oficio. Pensé que todo aquello suponía una estratagema bien desarrollada, generada por una mente sabia, un quintacolumnista de Infraestructura, el cual desarrolló el plan con una sutileza encomiables. Me dije a mi mismo que, quizá, el que ordenó a la empresa la realización de la estatua había elegido él mismo la forma de la obra con un único objetivo: devolvérsela a los ibarruristas por permitir poner el nombre de la Pasionaria a la Avenida y, al mismo tiempo, sembrar la enemistad en el campo enemigo.

Bravo. ¡Excelente! Buen tanto.
(Con un toque de humor). No se si todo esto es una paranoia de mi mente retocida, pero me he tragado todas las películas de Perry Mason, además de series como Colombo y "se ha escrito un crímen". Por eso a mi todo esto me huele mal.
De todas formas, como decía ese calvito romano al cruzar los Apeninos y enfrentarse a los galos: alea jacta est. La suerte está echada. Apuesten, señoras y señores.