Ahora, en este preciso instante, desearía paralizarlos, atraparlos, guardarlos para siempre jamás y saciarme de ellos mientras existan.
Ahora, más que nunca, siento la pesadez de los párpados ensangrentados por el vacío que hiere dentro de mí como dagas emponzoñadas, solo que ya es demasiado tarde para conseguir el antídoto.
Ahora, en este preciso instante, me siento vulnerable... vulnerable a las flechas negras de la vida...
¿Dónde estás, hada del reposo?