Pertenezco a 'la generación bisagra'. Crecí en un período de cambios, los años Ochenta, durante el cuál se produjo una notable transformación de la sociedad con la llegada de nuevas tecnologías. El televisor a color, los ordenadores personales, la Nintendo y Sega de 8bits o los radio-casetes irrumpieron en el hogar de los españoles. Pese a ello, todavía existían formatos que se resistían al cambio, como por ejemplo los vinilos, que perduraron hasta bien entrado los Noventa, cuando el CD-ROM 'asesinó' esta industria, al igual que los Buggles preconizaron años antes con su video killed the radio star.
Curiosamente en el 2013 los vinilos se pusieron de moda otra vez. De pronto, reabrieron las tiendas de música en las capitales de todo el mundo, desempolvando los antiguos discos que, por obsoletos, habían dejado de venderse. No sé si este boom tiene alguna conexión con estrategias de consumo bajo la etiqueta vintage; pero lo cierto es que los vinilos están pegando fuerte, existiendo incluso una página de pedidos online, Discogs, cuyo catálogo se extiende a nivel mundial. Berlín, la capital cultural de Europa, no podía ser menos. Existe aquí una extensa red de ventas.
Pasarme por una tienda de vinilos se ha convertido en todo un peregrinaje espiritual. Cuando entro, tengo la sensación de que estoy en un santuario, rodeado de sabiduría musical. Entonces tomo varios álbumes, me siento frente a uno de los gramófonos que hay para uso de los clientes y se me escapa el tiempo embutido en unos cascos forrados de cuero negro. La mayoría de los álbumes están catalogados por género o nombre de la banda, aunque también existe un estante con super-ofertas, a un euro y medio o dos euros, donde puedes hallar auténticos tesoros: la banda sonora de Cabaret, el So de Peter Gabriel o los míticos Jarcha y su Andalucía vive no me han costado más de 2 euros. Será por esto que una vez a la semana exploro la ciudad, convirtiéndome de la noche a la mañana en un irremediable coleccionista. Al final de la jornada, regreso a casa, me sirvo una copa de vino, pongo el vinilo y lo saboreo lentamente, nota tras nota, cual exquisito manjar.
Pasarme por una tienda de vinilos se ha convertido en todo un peregrinaje espiritual. Cuando entro, tengo la sensación de que estoy en un santuario, rodeado de sabiduría musical. Entonces tomo varios álbumes, me siento frente a uno de los gramófonos que hay para uso de los clientes y se me escapa el tiempo embutido en unos cascos forrados de cuero negro. La mayoría de los álbumes están catalogados por género o nombre de la banda, aunque también existe un estante con super-ofertas, a un euro y medio o dos euros, donde puedes hallar auténticos tesoros: la banda sonora de Cabaret, el So de Peter Gabriel o los míticos Jarcha y su Andalucía vive no me han costado más de 2 euros. Será por esto que una vez a la semana exploro la ciudad, convirtiéndome de la noche a la mañana en un irremediable coleccionista. Al final de la jornada, regreso a casa, me sirvo una copa de vino, pongo el vinilo y lo saboreo lentamente, nota tras nota, cual exquisito manjar.
A continuación os escribo una lista de las mejores tiendas de Berlín. Y recordad, que en cualquier tienda de segunda mano podéis comprar un tocadiscos por menos de 30-40 euros...
- Heisse Scheiben (Ohlauerstr. 44, 10999)
- Coretex Records (Oranienstr. 3, 10997) Especializada en Metal y Punk.
- 33rpm Store (Wrangelstr. 95, 10997)
- Vinyl-a-go-go (Krossenerstr. 24, 10245)
- Höhn Music (Wienerstr. 32, 10999)
- Groove Records (Pücklerstr. 36, 10997)
- Soultrade Records (Sanderstr. 29, 12047)
- Rock Steady Records (Zillerstras. 74, 10585)