A finales del pasado mes de agosto Greta Thunberg hizo un viaje en barco por el Atlántico, desde el puerto inglés de Plymouth hasta Nueva York. La joven activista sueca quiso mostrar con esta acción simbólica que podemos vivir sin emitir carbono al aire. Ahora que ella se encuentra en el corazón de Wall Street, donde gélidos 'yuppies' embutidos en trajes al estilo Gordon Gekko controlan el mundo, va a asegurarse de que la escuchen. No va a ser un discurso cualquiera. Se hará oír nada más y nada menos que en la cumbre sobre el cambio climático que la ONU celebrará en unos días.
Greta se ha convertido en el ídolo de los más jóvenes; aquellos niños y aquellas niñas que miran al futuro con incertidumbre, que se preocupan por la destrucción sistemática del Medio Ambiente a manos de empresas multinacionales, del 'Lobby' de los recursos energéticos, también de muchos gobiernos, los cuales están contaminando el mundo y causando sufrimiento a una población desfavorecida allende nuestras fronteras europeas. Una vez Greta afirmó que no iría nunca más a la escuela los viernes, porque era absurdo aprender cosas que, luego, los adultos no cumplían: tantos logros en el campo de las tecnologías y, sin embargo, siguen destruyendo la naturaleza. Además, cuando los adultos se mueran, piensa Greta, nosotros 'los jóvenes' heredaremos un planeta destruido. Este pensamiento ha supuesto un punto de inflexión en el pensamiento juvenil. Por eso, hoy viernes jóvenes de varias edades no han ido a las escuelas y han tomado las calles de Berlín en protesta.
El movimiento feminista ha jugado un gran papel en esta manifestación, pues las conscuencias del calentamiento global afectan directamente a las mujeres. ¿Quién va a recoger agua de los lejanos pozos en una zona desertificada? ¿Quién cuida de los bebés con plomo en la sangre? ¿Quién cuida de la familia, cuando los maridos han sido asesinados en conflictos producidos por el control de los recursos? Algunos de los eslóganes de las pancartas son suficientemente claros: 'Burn the patriachy, not the amazon', 'climate change is a man-made problem with the feminist solution'. Otros se refieren a los cimientos del sistema: 'March now or swim late', 'El capitalismo es la crisis', 'make love not CO2', o 'Make love great again' en referencia a la fórmula de Donald Trump.
La manifestación se concentró frente a la histórica puerta de Brandenburgo. Hubo más de 250.000 manifestantes. La presencia de niños y niñas fue elevadísima, acompañados de sus padres, madres, profesoras y tutores. Aunque también hubo gente de todas las edades, incluso pensionistas, los cuales mostraron su apoyo con una pancarta que decía 'los viejos también quieren preservar el planeta'. Desde un amplio escenario científicos, alumnos de universidad y políticos progresistas arengaron a las masas. Entre las disertaciones, músicos de diferentes estilos cantaron odas por un cambio, un cambio de modelo de explotación, de consumo, de estilo de vida. La manifestación de ayer fue extraordinaria y será recordada como el día en que millones de personas de todo el mundo lanzaron sus consignas para intentar salvar el planeta.
Para finalizar, una cosa nos ha quedado clara, y es que al menos en Berlín la sociedad ha tomado conciencia del momento histórico por el que estamos atravesando. Si no cambiamos los modelos, si no damos otro ritmo a la máquina del consumo, nos veremos abocados a un futuro incierto con terribles problemas medioambientales y climáticos.
Para finalizar, una cosa nos ha quedado clara, y es que al menos en Berlín la sociedad ha tomado conciencia del momento histórico por el que estamos atravesando. Si no cambiamos los modelos, si no damos otro ritmo a la máquina del consumo, nos veremos abocados a un futuro incierto con terribles problemas medioambientales y climáticos.