Trump quiere ilegalizar a los "antifascistas" y ponerlos en la categoría de "terroristas". Esto supondría incluso romper con la propia historia de los Estados Unidos, pues su presidente Roosvelt fue un antifascista declarado que orquestó la entrada de su país en la II Guerra Mundial para luchar contra, ¿cómo no?, el fascismo.
De esta noticia la extrema derecha española se ha hecho eco y el señorito Abascal ha osado twittear en su cuenta comparando de nuevo, ¿cómo no?, demócratas elegidos por votantes con "terroristas".
Seguramente este señorito jamás ha leído o se ha preocupado por saber sobre el racismo brutal que existe en Estados Unidos, especialmente el que sufre la comunidad afroamericana. Este señorito tampoco sabe que el caso de asesinato que ha provocado duras manifestaciones no es un crímen aislado, sino que está a la orden del día. Los afroamericanos tiene miedo de la policía, porque tienen carta blanca para disparar sin reservas si algo sospechan. Pero la realidad es que la mayoría de las víctimas son negros y negras, muertos por haber hecho un gesto que los polícias creyeron una amenaza (como meterse la mano en bolsillo para sacar un móvil o la documentación). Las madres afroamericanas enseñan a sus hijos e hijas a no correr, a no ponerse la capucha del pullover o a mantener las manos separadas de los bolsillos, cuando se topen con un policía, mientras les repiten "yes, sir" cien veces para no encrispar los ánimos de los agentes. La comunidad afroamericana tiene miedo de llamar a la policía cuando se comete un delito, aún si ellos ni siquiera hayan participado, porque siendo negros, la policía va a pensar que ellos fueron.
Ésta es la situación en United States of America, cuya población se ha hartado ya y ha ocupado la calle para protestar por el asesinato de George Floyd. Para limpiar la cara, Trump ha amenazado con ilegalizar a los antifascistas, ¿acaso queda alguno tras la caza de brujas de McCarthy?, desviando la atención y disuadiendo a los propios estadounidenses del problema principal.
Por eso le digo al señorito Abascal que lea más sobre Estados Unidos, que se saque un B1 y aprenda inglés antes de felicitar al que quizás sea el presidente más nefasto y botarate que hayan tenido los estadounidenses. Como también le digo al señorito Abascal que usted es, ¿cómo no?, un blanco privilegiado que ha vivido del cuento toda su vida y ahora viene a darnos lecciones de moralidad y política.