Navegar



Navegar por los océanos del alma, con un viejo velero de cascarón agrietado y velas desharrapadas, luchando contra las tempestades de la vida, en la mayor soledad que el corazón de un náufrago pueda albergar.

Navegar por los confines del espacio, engullido por el eterno vacío, ese vacío pintado de lejanas estrellas y planetas perdidos que laten tímidamente al son de la ingravidez del devenir.

Navegar por el mar de la humanidad, mimetizado con las masas, entremezclado, en mitad de todos, observador, y dejándose llevar por la impredecible marea humana que habita la jungla de asfalto.

Navegar es volar, volar más alto que las nubes, queriendo tocar el techo del cielo, allá donde los sueños se hacen realidad.

Navegar sin rumbo, ni futuro ni presente, cuando el tiempo deja de existir.

La vida es navegar con los ojos cerrados.