
Asimismo, ante la repercusión
mediática que se está generando, la cuestión ha llegado por fin a los despachos
de la Moncloa y se van a tomar medidas de urgencia: un Real Decreto-ley que
modifique la legislación en favor de los más vulnerables afectados por la
crisis: familias con niños o con personas mayores a su cargo. Para ello el PP ha
decidido contar con la ayuda del PSOE en esta cuestión. Hasta aquí todo claro,
¿verdad?
La pregunta que todos nos hacemos
es qué tipo de medidas tomarán y, por otro lado, cómo la ejecutarán. Es obvio
que se debe dar una solución inmediatamente, sin demora, porque todos los días cientos
de personas están sufriendo la terrible tragedia de perder su casa a manos de
unos indolentes e inicuos bancos. ¿Tendrán que pasar más veces esto para parar definitivamente
los desahucios? ¿Será este pacto entre PP y PSOE algo transitorio, efímero, por
motivos electoralistas? Las elecciones en Cataluña se producirán el próximo 25
de noviembre. ¿Quién sabe?
Lo cierto es que existe un oscuro
negocio en todo este asunto. Se habla de partidos políticos que controlan
entidades bancarias, que a su vez se beneficiaron del paquete de ayudas, con
dinero público, que el Gobierno entregó a los bancos. Será difícil poner freno
a los desahucios cuando hay tanto tráfico de influencias entre miembros del
Consejo de Ministros y entidades financieras, cuando los bancos son en realidad
los dueños de la economía del país. Podría haber muchas soluciones, efectivas y
rápidas, como ha propuesto mucha gente y como así defienden algunos colectivos como
“Stop Desahucios”: La dación en pago, el alquiler social, moratorias de
hipotecas o, ¿por qué no?, el perdón de la deuda.
En conclusión, estaremos al tanto
de las negociaciones y de las soluciones que salgan de ellas. Pero lo que sí es
verdad es que me da la sensación de que mi país cada vez se hunde más en el pozo
de la incertidumbre; un país que no conoce la salida del laberinto que sus
propios dirigentes políticos han creado; unos políticos que han provocado la
inseguridad en los jóvenes ciudadanos que ya no saben qué hacer con sus vidas,
si tirarlas por el retrete o salir fuera al extranjero. Al menos yo elijo lo
segundo.