Elecciones municipales Vélez-Málaga 2015


En Vélez-Málaga, como así también ocurre en el mapa andaluz, el Bipartidismo PP-PSOE se ha convertido en la tónica dominante, o sea, en un sistema político fuertemente consolidado, cohesionado y estructurado. En época de elecciones habitualmente gana uno u otro partido, cuyas formaciones minoritarias ejercen de asistentes orgánicos para la permanencia en el poder de las supuestas mayorías. Sin embargo, la pregunta que nos deberíamos de plantear es si este sistema, que, por cierto, guarda bastante similitud con el “turnismo” de la Restauración Borbónica de 1875, es saludable o no para nuestra Democracia.

En Vélez existen dos fases bien diferenciadas en el proceso de consolidación del bipartidismo durante la era democrática. La primera se enmarca en el período de gobierno del socialista Antonio Souvirón, el cual perpetuó los aledaños del Nepotismo con la construcción de una telaraña compleja de favores, clientes y tráfico de influencias. La permanencia en el poder de este alcalde durante once largos años pudo ser posible gracias a sus maniobras conceptuales que transformaron exitosamente el pensamiento obrero local en un programa de progreso y regeneración basado, básicamente, en el “clientelismo”. Esto es, un voto por un puesto de trabajo. En la segunda fase, el presente alcalde del PP, Francisco Delgado Bonilla, prácticamente ha seguido perpetuando, cual “modus operandi”, este sistema.  

Por lo tanto, cuando hablamos de política local, hay un problema de raíz que desafortunadamente nadie se ha parado a examinar o no se tiene un conocimiento lo bastante profundo como para poder entenderlo. La mayoría de los que ejercen su derecho al voto lo hace por ese “vínculo clientelar” entre político  y votante; otra porción lo hace irracionalmente por inercia familiar o porque cree/piensa que el político le representa; y, en cambio, casi el 50% de la población no acude a las urnas.

Los no-votadores representan a aquéllos que no han querido o podido entrar en ese juego enmarañado de tráfico de influencias o aquéllos que se sienten desencantados en general. Los votantes, triste realidad, votan por un interés, por un puesto laboral y no por un concepto global de ciudadanía y política.

Durante la campaña pre-electoral 2015 ha habido varios candidatos que, de una manera u otra, subconscientemente, han sacado a colación el enquistamiento del Nepostismo en el municipio con declaraciones que no van a dejar indiferente al lector. En palabras del aspirante por el Partido Andalucista, Marcelino Méndez, “estas elecciones son para votar a las personas, no a las siglas. En los pueblos nos conocemos todos” (Diario Axarquía 22-05-2015). Antonio Moreno Ferrer, en un video oficial del Partido Socialista, afirma que “quiere ser alcalde para estar más cerca de la gente emprendedora y trabajadora, del estudiante y del que busca hueco en el mercado laboral”. Más claras son aún las afirmaciones del candidato por el GIPMTM, Jesús Atencia, “hay gente prometiendo empleo a cambio de votos. Esa es la vieja política y no va con nosotros” (Diario Axarquía).

Esto no es nada nuevo. Lo cierto es que, si sigue sucediendo, es por algo. Aunque se empeñen en ocultarlo tras la cortina de la Democracia, el problema sigue ahí. En los pueblos se conocen todos, y el más conocido, el político que se presenta a la alcaldía, ejercerá su cargo como un padre con sus hijos, administrando, arropando y ayudando a los que más lo necesitan, o sea, a sus clientes-ciudadanos que le han votado y le pondrán en el poder. El político está del lado de los que buscan hueco en el mercado laboral, como es obvio, pero éste “enchufará” a sus "preferidos" independientemente de su formación educativa o de sus aptitudes laborales. Ésta es la vieja política, que parece imposible de cambia. Ésta es la herencia de un proceso histórico desastroso con una guerra civil y una dictadura de 40 años. En otros países europeos, sobre todos los del eje centro-norte, han tenido una tradición democrática más duradera y satisfactoria que ha logrado estabilizar la sociedad y crear un sistema participativo basado en valores democráticos mucho más ecuánimes. Pero no en España, no en mi país, donde las sombras de Cánovas del Castillo, Miguel Primo de Rivera, Franco, el Opus Dei y Felipe González han penetrado en nuestra conciencia y la han moldeado a su gusto. Todos ellos son lo mismo, nacieron de lo mismo, de lo añejo y polvoriento, de la reacción al cambio, de la vieja España, da igual la careta que se pongan.       


Yo, al menos, tengo la esperanza de que algo está cambiando realmente, un cambio lento pero efectivo. Así que me quedo con las palabras positivas de Iñaki Gabilondo: “El Bipartidismo no ha doblado aún la rodilla pero, el viento de cambio ha llegado (…) la irrupción de fuerzas políticas nuevas pone el mapa de España patas arriba” (La Voz de Iñaki, Cadena Ser. 25-05-2015). 

Foto: Resultados elecciones municipales Vélez-Málaga. Diario Sur.