Individuación de la sociedad

El sistema capitalista articula la sociedad contemporánea en torno al individualismo desaforado; esto mismo nos han inculcado a fuerza de martillazos existenciales. Pero ocurre que el individualismo, desde el punto de vista materialista, puede desembocar en egoísmo y en egocentrismo y, por efecto, en ambigüedad, ingratitud y codicia. La frase "cada cual barre para su casa" es la máxima expresión popular de la falta de sensibilidad, empatía o solidaridad con los problemas ajenos; en un clima de fuerte competitividad "hay que llevarse el mejor trozo del pastel".

El individuo moderno piensa para sí mismo, al mismo tiempo que se adora a sí mismo hasta el paroxismo; en las redes sociales se observa claramente esto, cuando los usuarios postean millones de fotos (selfies), escriben sobre sus problemas personales y convierten la cotidianidad en asunto capital. 

El culto al cuerpo es otro asunto deribado del individualismo. Se va al gimnasio, a los centros de estética o al cirujano plástico con el objetivo de cambiar tu cuerpo, porque el sistema capitalista, con sus ansias de comercializarlo todo, impone su canon de belleza bajo el falso lema de "seamos perfectos", "distintos" a la vulgaridad, a la normalidad. Así es como la industria de la estética corporal genera ganancias billonarias al cabo del año.

Otro asunto es el laboral. El Capitalismo postindustrial introduce una dinámica de descolectivización o de reindividualización que produce efectos profundos en la organización del trabajo y en las carreras profesionales (Castel, Robert: La metamorfosis de la cuestión social, Buenos Aires, Paidós, 1995). Pongamos de ejemplo el resquebrajamiento de las relaciones de trabajo entre Patronal y Sindicatos en España. La idea de sindicato, símbolo de la solidaridad y de las identidades colectivas, ha venido sufriendo en las últimas décadas el desprestigio de la sociedad, atacada, en cierto modo, por los engranajes del sistema; por lo tanto esos individuos que antes se encontraban encuadrados en colectivos-protectores, ahora, sin la confianza para afiliarse a un sindicato, se encuentran desprotegidos, con trabajos precarios e inestables; que a su vez es beneficioso para el propio sistema capitalista, que se ahorra de gastar energías en imponer sus normas neoliberales.


Para concluir, quisiera hacerme la siguiente pregunta; ¿Deberíamos dejar de pensar siempre en nosotros mismos, abrir los ojos y echar un vistazo a lo que realmente ocurre en el  mundo?