Vergüenza

Hoy, más que nunca, siento vergüenza, vergüenza del Gobierno español por su ineptitud y enmascarado fascismo; vergüenza de los españoles que gritaron "¡a por ellos!" y ahora se alegran de las palizas a ancian@s, jóvenes y niñ@s de la mano de las fuerzas del orden; vergüenza de la violencia policial desmedida y cruel que ha provocado cerca de mil heridos. Hoy los españoles nos hemos vuelto a quitar las máscaras y, tras 80 años en hibernación, hemos sentido la lujuria de la sangre.

Siento mucha indignación por los hechos de hoy. Rajoy y sus acólitos del Cuarto Poder han ido vertiendo sobre la sociedad civil la división ante un problema histórico, los regionalismos, que requiere paciencia, diálogo y empatía. En vez de esto, ha echado más leña a la caldera de los independentistas y, cuando la maquina ha comenzado a andar, ha respondido como lo hubiera hecho un dictador, con la dialéctica de la violencia ¡Felicidades, señor presidente! Acaba de desgarrar el corazón español como lo hizo su compatriota gallego en 1936.

Hoy ha sucedido uno de los episodios más tristes de la Historia reciente. Deberíamos pararnos a pensar, respirar profundamente y analizar lo ocurrido, porque en realidad nos atañe a todos. Hay gente que disfruta con lo sucedido; que se deleita con la sangre que ha visto este domingo. "¡Se lo merecen!", "¡Ojala se mueran todos!", pensarán muchos. Un andaluz, un madrileño o un manchego apuntan con el dedo a un catalán y lo convierten en "el otro", en el enemigo, por el mero hecho de hablar otra lengua y tener otras particularidades culturales. Son ellos contra nosotros o ¿nosotros contra ellos? ¿Quién ha empezado primero esta difusa trifulca?

No os dejéis engañar. España lleva luchando por ser "otra España" desde los tiempos de la Constitución de 1812. La idea que hoy tenemos de nación es una imposición del Franquismo. Ni un catalán, ni un vasco o ni un gallego son inferiores o superiores; ellos simplemente tienen sus lenguas, sus culturas, sus formas de ser; pero si no las respetamos, si no nos esforzamos por conocerlas, quitándonos nuestros prejuicios internos, siempre nos serán desconocidas, y los desconocidos pueden llegar a repelerse, incluso a odiarse. El día que comprendamos que España no es lo que nos han vendido, habremos dado un gran paso para el cambio; el día que admitamos nuestra pluralidad cultural y la ondeemos como un solo grupo, acabaran los vientos independentistas; el día que acabemos con la intolerancia, el fanatismo y el neofranquismo seremos una sociedad de vanguardia... mientras tanto, los fantasmas de las dos Españas regresan del averno y nos arrollan con su singular espada de miedo. Yo me quedo con la imagen de esta mujer anciana golpeada por un policía por intentar ejercer su derecho al voto: ¿Hemos llegado a esto?